En estos días muchos niños de nuestro país han vuelto al cole o lo han empezado por primera vez.
Siempre pienso que este post debería publicarlo en marzo, para que todos vayamos preparados a las puertas abiertas y sepamos qué es lo que realmente se hace en cada centro educativo para facilitar la adaptación escolar, de todos, nuestros hijos y nosotros. Porque no nos engañemos, nosotros también necesitamos adaptarnos a la nueva situación. Especialmente si nuestro hijo no ha ido nunca a guardería, si ha estado siempre con nosotros en casa.
La adaptación escolar nos la tomamos muy a la torera pero creo que es algo muy a tener en cuenta ya que se ha demostrado la importancia que tiene la seguridad afectiva y el establecimiento de vínculos para el desarrollo y aprendizaje.. Hay que tener en cuenta que el niño (que no nos olvidemos que SÓLO tiene 3 años), amplía su mundo y necesita establecer un vínculo de seguridad con sus nuevos cuidadores. El tiempo que necesita cada niño es distinto, igual que distintos somos cada uno de nosotros, por lo que las adaptaciones o “falsas adaptaciones” estandarizadas no hacen ningún bien.
Este es nuestro caso. Muy a mi pesar, la peque ha empezado este año el cole por primera vez. Y digo muy a mi pesar porque nuestra intención era que no empezara hasta los seis años, que es cuando es obligatorio en nuestro país. Pero la vida te enseña a menudo que los planes están para no cumplirlos y las circunstancias de la familia actualmente nos han llevado a tomar la decisión de empezar este año, aunque siempre teniendo muy en cuenta sus intereses y reservándonos la posibilidad de echarnos para atrás.
¿CÓMO FACILITAMOS LA ADAPTACIÓN DE LOS PEQUES?
Pues lo primero que hicimos allá por el mes de abril, fue compartir la idea de ir al cole con ella, explicarle lo que iba a hacer allí, con quién estaría y cuanto tiempo iba a estar. Además, por supuesto, de escuchar lo que tenía que decir y resolver sus dudas. Como ya esperábamos, nos dijo que ella quería ir siempre y cuando nosotros pudiéramos estar con ella hasta que tuviera amigos, así que pusimos el ojo en cómo hacían la adaptación los centros que visitamos. Desgraciadamente, la mayoría de centros hacen una adaptación que no es tal: dos días un par de horas y, al tercero, jornada completa. Y, por supuesto, los padres no podemos quedarnos en el aula. Algunos ni siquiera hacen adaptación (señoras y señores, me parece una auténtica aberración “abandonar” a un niño de 3 años en un lugar desconocido con gente desconocida de las 9 a las 16-17 horas). ¿De verdad alguien se cree que eso es una buena adaptación escolar? ¿De verdad creemos que los niños con 3 años entienden que les dejemos en un lugar desconocido, con gente desconocida? ¿Somos capaces de ponernos en su lugar aunque sea por un momento?
Otra cosa que hicimos, fue ir con ella a visitar los centros y ver qué le gustaba y lo que no. Eso redujo las posibilidades a dos 😉 Casualmente, teníamos los mismos criterios ¿por qué será?
Durante el verano hemos leído cuentos sobre el cole y hemos hablado del tema, explicando los cambios que tendremos que hacer y familiarizándonos con esas nuevas rutinas.
La semana anterior al inicio del curso, la peque vino con nosotros a la reunión con los profesores para explicarnos cuatro cosas. De este modo pudo conocer a su profesora, ver cuál era su aula, y empezar a familiarizarse con el centro.
Estos días, hemos preparado juntos el material. Desde la compra de lo que necesitamos (elegido por ella) hasta el marcaje y la preparación la noche anterior.
El día que empezó el cole, que en Mallorca fue el 13, nos levantamos con tiempo y seguimos las rutinas que ya habíamos hablado, sin prisa pero sin pausa. Llegamos al cole pronto y estuvimos hablando con los niños que iban llegando hasta que pudimos pasar al aula. Una vez dentro, la profesora le dio la bienvenida agachándose y estableciendo contacto visual.
He de decir que en su colegio las aulas están organizadas con niños de P3, P4 y P5, lo que resulta fantástico y, en el tema de la adaptación escolar, más porque los niños de 4 y 5 años ya saben dónde van, ya conocen el profesorado y el centro, por lo que son pocos (en nuestro caso 6) los niños que acuden por primera vez. Eso permite que los pequeños estén más tranquilos al ver que los demás lo están y no se contagian los miedos e inseguridades porque ven a sus compañeros tranquilos.
Por supuesto, los padres pudimos (y podemos durante el tiempo que haga falta) estar todo el tiempo que cada niño necesitó. Acompañando, alentando, aportando seguridad.
A la salida charlamos sobre lo que más nos ha gustado y lo que menos, con quien hemos jugado, si hemos conocido a alguien, cómo se llama…
Así, con naturalidad y haciéndola partícipe de SU PROCESO, todo resulta mucho más fácil y natural.
Por si os lo preguntáis, el nuestro es un cole público, muy respetuoso con los ritmos de cada niño y que trabaja con pedagogías alternativas, lo que demuestra que querer es poder, que se puede cambiar la forma de enseñar si se quiere, que si hacemos ruido habrá profesores y equipos educativos que decidan apostar por otra forma de educar. Por educar desde el respeto y cuidando a la infancia. Porque la infancia se lo merece. Porque los niños se lo merecen. Porque tus hijos se lo merecen. Porque son sujetos de derecho, no marionetas para que los manejemos según los intereses adultocentristas.
Si te gusta lo que ves/lees o si crees que puede ser útil a alguien ya sabes, comparte y comenta sin dudarlo, te lo agradeceré enormemente.
Y si quieres saber qué criterios seguimos nosotros para elegir el colegio al que iría nuestra hija lo puedes ver AQUÍ
¡Nos vemos por las redes!
Un abrazo,
Raquel.