Esta semana os presento un caso práctico que hacía tiempo que no veíamos ninguno. Seguro que muchos os sentís identificados con el tema de hoy porque sois muchos los que por privado me preguntáis cómo gestionar estas situaciones.

Pongámonos en situación: una familia se pone en contacto conmigo porque su hijo de 30 meses pega a sus iguales, especialmente en la guardería.

Lo primero a tener en cuenta es que los niños pequeños a veces pegan, empujan o muerden y es normal que lo hagan ya que la agresividad es una inclinación básica del ser humano y que forma parte del instinto de conservación necesario para sobrevivir. Ahora bien, que sea normal no significa que evitemos nuestra responsabilidad de enseñarles a manejar las emociones de una forma adecuada, ya que los niños pequeños pegan porque no saben expresar con palabras lo que sienten. Esto se da, sobre todo, entre los dos y los cuatro años de edad, ya que aún no son capaces de poner nombre a sus sentimientos y eso les genera frustración. No se trata de una agresión como tal porque no hay intención de hacer daño, cosa que hay que tener muy presente a la hora de gestionar estas situaciones. Tenemos que aprender a diferenciar entre la agresividad típica de cada fase de desarrollo y otra que debe preocuparnos.

Las situaciones de las que os hablo suelen desaparecer solas a medida que nuestro hijo adquiere las habilidades necesarias para poder expresarse, lo que no quiere decir que porque vaya a resolverse solo en el tiempo, nosotros no vayamos a hacer nada. En estos momentos nuestra misión como adultos es dejarles claro que se trata de una actitud que no vamos a tolerar diciéndole algo así como “No puedo permitir que hagas daño a nadie”, pero con calma, sin perder los nervios ni alzar la voz.

En el caso que nos ocupa vemos que el niño pega, sobretodo, en la guardería, eso ya nos da una pista, por lo que está claro que hay algo diferente en cómo se resuelven los conflictos en casa y en el colegio. Indagando un poco la familia nos explica que en el aula utilizan el rincón de pensar, los castigos y reprimendas, y obligan a pedir perdón, mientras que en casa lo que hacen es acompañar, explicar, contener…

Como os he dicho en otras ocasiones, todas estas técnicas que utilizan en la guardería de este niño, no sólo no son nada recomendables, sino que, además, empeoran la situación porque generan más rabia y frustración en los niños. Son técnicas a evitar tanto en casa como en los centros educativos., y para muestra un botón: este niño pega en la guardería y en casa no lo hace. Tristemente, a pesar de toda la evidencia con la que contamos hoy en día, tanto en los centros educativos como en las familias, todos estos métodos conductistas están a la orden de día. ¿Qué necesitamos para darnos cuenta de que no funcionan? ¿De verdad que no nos damos cuenta que estos métodos sólo agravan la situación? ¿En serio que no vemos que así sólo atacamos la punta del iceberg y no trabajamos en la raíz del problema?

La mejor manera de gestionar estas situaciones es, desde la calma, con paciencia y empatía, cogerle la mano de forma firme pero cariñosa y apartarle un poco para ponernos a su nivel y, sin utilizar un lenguaje despectivo, violento ni autoritario, le decimos que no nos gusta lo que ha hecho. Hay que ponerse en su lugar para entender el porqué se ha enfadado y ha reaccionado de esa forma. Por ejemplo, si en la guardería el niño del ejemplo, con 30 meses pega a otro sin motivo aparente, quizás sea que quiere el juguete que tiene su compañero y no comprenda que no puede quitárselo sin más o no sepa aún expresarse lo suficientemente bien como para ser entendido por éste.

Así, para gestionar este tipo de comportamientos:

  • Censura su conducta. NUNCA al niño. En lugar de decir “eres malo” prueba a decir “no puedo permitir que pegues”.

  • Ayuda a poner palabras a sus emociones: “entiendo que estés enfadado”

  • Predica con el ejemplo: no pretendas que deje de pegar si le das un cachete porque ha pegado.

  • No busques culpables en el caso de que se peleen. Simplemente escúchales y déjales que expresen cómo han vivido la situación cada uno de ellos.

Hasta aquí un par de consejos para manejar estas situaciones de forma respetuosa.

Ahora, para finalizar, déjame recordarte las actitudes (nuestras) a evitar:

  • No hacer nada, son cosas de niños. Craso error. Siempre hay que intervenir. Ya sea para acompañarlos en la resolución del conflicto, o bien para detener una agresión. Si ahora no hacemos nada, aprenden a resolver los conflictos con violencia.

  • Hacerle lo mismo para que se dé cuenta de que hace daño. La ley del ojo por ojo no hará sino agravar la situación, aumentará su rabia y le enseñará a utilizar la violencia.

  • Aislarlo. Tampoco es nada recomendable castigarlo al rincón de pensar, a su habitación o cosas por el estilo. Recordad que vuestro hijo necesita saber que le queréis de forma incondicional, haga lo que haga. Si lo aisláis en estos momentos el mensaje que le mandáis es que sólo le queréis cuando se porta bien.

Hasta aquí la entrada de hoy. Gracias por leerme y, ya sabéis que si compartís, le dais al “me gusta” o me dejáis vuestros comentarios os estaré muy agradecida.

Un abrazo,

Raquel.

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Raquel Ripoll

Educa-t-nos surgió con la intención de dar respuesta a las necesidades de padres e hijos, educativas o sociales que afectan al bienestar familiar. En Raquel Ripoll doy un paso más. Te lo cuento todo en Sobre mí

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