Por todos es sabido que la paciencia es una virtud. Una virtud a cultivar, pero al mismo tiempo es algo que brilla por su ausencia en ésta, nuestra sociedad, en la que todo lo hacemos deprisa y corriendo.
¿A qué padres no les gustaría tener más paciencia con sus hijos? ¿Cuántas veces has pegado un grito a tus hijos y enseguida te has arrepentido de ello? ¿Nunca te has sentido mal por perder la paciencia tan rápido con tus hijos?
La sociedad en la que vivimos nos lo pone muy complicado: jornadas laborales interminables, la casa, poca o nula ayuda con los niños…no nos bastan las horas, vamos a mil por hora, y eso, lejos de ayudarnos a ser pacientes, nos estresa muchísimo más, por lo que la paciencia hoy en día es un bien preciado que, además, solemos perder con quienes más queremos: nuestros hijos.
Por eso hoy te traigo siete claves que, además de ayudarte a comprender mejor a tus hijos, te permitirán ser más empática con ellos y, por consiguiente, ser más paciente. ¿Preparada? ¡Vamos allá!
1.- No te lo tomes como algo personal. Aunque no te lo creas, tu hijo no tiene nada en contra tuya –te recuerdo que eres lo que más quiere en este mundo-, olvida todas esas creencias que te dicen que lo hace para chincharte, para molestarte, para ver hasta dónde puede llegar…nada de eso es cierto. Es más, según la edad que tenga, aunque quisiera no es capaz de hacerlo porque neuronalmente aún no está preparado. Intenta ser objetiva en la situación concreta y no hagas caso a todas esas voces (internas o externas) que te nublan la objetividad.
2.- Deja que se equivoque. La Doctora María Montessori decía que cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo a su desarrollo (del niño). Así que no lo dudes: siempre que sea posible déjale investigar y aprender por sí mismo. Recuerda que los errores son fuente de aprendizaje.
3.- No le pidas más de lo que puede dar. Muchas veces exigimos a nuestros hijos mucho más de lo que realmente pueden hacer con objetivos muy por encima de sus posibilidades y horarios mucho más estrictos que los nuestros. Párate a pensar en su horario un día normal (levantarse temprano, desayunar y vestirse con prisas, siete u ocho horas de cole sin poder descansar, actividades extraescolares, deberes baño, cena y a dormir) y luego piensa en el tuyo. No tienen tiempo libre para jugar o aburrirse. No pretendamos que crezcan antes de hora. Son niños. Permíteles que lo sean. Es muy importante tener cuidado con crearnos expectativas poco realistas.
4.- Sus necesidades son diferentes a las nuestras. Aunque nosotras estemos agotadas y necesitemos descansar, ellos necesitan recuperar el tiempo que hemos estado separados y requieren nuestra atención, ya sea jugando, leyendo, cocinando o con mimos.
5.- Recuerda que son nuestro espejo. Si nosotros mantenemos la calma, ellos también lo harán. Por el contrario, si pretendemos solucionar un conflicto o que nos hagan caso mientras estamos alterados, nuestros hijos también se alterarán, con lo que la cosa empeorará y entraremos en un bucle de gritos y descalificaciones que sólo dañará nuestra relación con ellos. Merece la pena tomar consciencia de nuestras emociones en esos momentos para manejar mejor las situaciones conflictivas.
6.- Delega o respira. Si ves que estás a punto de perder el control y hay alguien contigo, ya sea tu pareja, un familiar o un amigo, no dudes en delegar y que se ocupe esa persona de gestionar la situación. Si, por el contrario, estás sola y no puedes delegar, tómate un respiro. Espera a estar más calmada. No temas decirle a tu hijo que necesitas tranquilizarte antes de seguir (recuerda que aprenden con el ejemplo) y tómate unos minutos para respirar y recuperar el control.
7.- Cuídate. Por último pero no por ello menos importante, hay que tener muy en cuenta que no podemos pretender tener paciencia y atender bien a nuestros hijos si nosotras no estamos bien. Es importante e imprescindible encontrar un ratito para cuidarnos, relajarnos, desconectar y cargar pilas para poder estar bien cuando estemos con ellos. No te exijas en demasía, acepta que no llegas a todo, ten paciencia contigo misma y no te fustigues si no haces las cosas cómo te gustaría, lo importante es tomar consciencia. Permítete descargarte de esa “obligatoriedad” que tenemos de llegar a todo y mímate, quiérete y encuentra un rato para ti ya que repercutirá directamente en el bienestar familiar.
Estas son las claves que yo he utilizado para cultivar mi paciencia con mis cuatro hijos y que me han permitido ser mejor madre. ¿Te animas a probar? ¿Algún truco más en la sala?
Gracias por leerme y, ya sabéis que si compartís, le dais al “me gusta” o me dejáis vuestros comentarios os estaré muy agradecida.
Un abrazo,
Raquel.