Si conocéis la pedagogía Montessori, es posible que hayáis oído hablar de la mesa de la paz. Se trata de un recurso pedagógico que fomenta la negociación, la inteligencia emocional, la escucha activa, la empatía y la asertividad. (Si quieres saber más sobre la mesa de la paz aquí tienes el post de Jaisa Educativos en el que te explica este recurso a la perfección).

Con la mesa de la paz proporcionamos a nuestros hijos o alumnos un lugar donde expresar sus sentimientos  y conseguir llegar a un acuerdo válido para todos. No hay que olvidar que en todos los ámbitos de nuestra vida surgen conflictos, por lo que es importante aprender a aprovecharlos para potenciar la autonomía y el desarrollo de habilidades sociales y emocionales en lugar de resolver nosotros el conflicto, u obligarles a pedirse perdón y hacer las paces (algo demasiado habitual).

Nosotros no tenemos mesa de la paz, pero sí hemos creado un rincón de la calma que utilizamos para relajarnos y expresar las emociones. Con él enseñamos a los niños a gestionar sus propias emociones y a recuperar su equilibrio interior cuando éstas le desbordan.

Creo que el rincón de la calma es de una herramienta muy a tener en cuenta, ya que es muy fácil de incorporar tanto en casa como en el aula y podemos usarlo tanto para resolver conflictos (uso colectivo) emulando la mesa de la paz, como para cuando necesitemos un tiempo fuera positivo (otro día te hablo de este recurso de Disciplina Positiva) para reponernos de algo que nos agobie o desborde (uso individual).

El rincón de la calma, al igual que la mesa de la paz, será un lugar donde acudir cuando nos veamos desbordados por las emociones. Y hablo en plural porque los adultos también podemos/debemos utilizarlo si queremos que los niños lo hagan.

Se trata de un lugar en el que sabemos que encontraremos herramientas que nos ayudarán a restablecer nuestro equilibrio emocional, lo que nos permite tomar consciencia antes de actuar, resultando mucho más fácil encontrar soluciones adecuadas para todos a la hora de resolver conflictos. Además, en muchas ocasiones, no llegarán a surgir esos conflictos porque habremos conseguido “pensar antes de actuar”.

También es un espacio en el que aprendemos a aceptar y respetar las emociones, las suyas y las nuestras, lo que nos lleva a no juzgar ni juzgarnos, a querernos y a querer.

Para que todo esto sea así, es importantísimo que nosotros, los adultos, realicemos un correcto acompañamiento, permitiendo que nuestros niños tomen consciencia de las sensaciones corporales asociadas a cada emoción, al tiempo que exploran y descubren la forma en que pueden influir sobre ellas para sobrellevarlas mejor.

No se trata de un lugar donde aislar al niño, es un lugar al que se va de forma voluntaria y siempre  que uno quiera, libremente, pudiendo ir solo o acompañado.

Lo ideal es que cuando hayamos decidido incorporarlo en casa o en el aula, le expliquemos al niño en qué consiste y le impliquemos en su preparación. Es importante dejarle claro que ése es un lugar al que podemos ir siempre que estemos enfadados, preocupados, nerviosos…o simplemente, cuando necesitemos estar solos o tranquilos. Por supuesto, el rincón de la calma, es un lugar de respeto, en que no vamos a molestar o interrumpir cuando alguien lo esté usando.

Es una buena opción que los niños vean cómo lo usamos nosotros y, si ellos quieren, también podemos acompañarlos al principio o recordarles que lo tienen a su disposición (siempre desde el respeto), hasta que ya lo tengan presente cuando necesiten un tiempo para ellos.

¿QUÉ PONEMOS EN EL RINCÓN DE LA CALMA?

Lo primero que vamos a hacer es buscar un lugar tranquilo en el que podamos montarlo y que pueda ser siempre el mismo. No vamos a montarlo en el salón para mañana cambiarlo a la habitación y pasado ponerlo en la sala de juegos. Se trata de que el niño tenga un lugar de referencia donde acudir cuando lo necesite, no que ande buscando por toda la casa dónde tomarse su tiempo.

Una vez tengamos claro el lugar, buscaremos unos cojines o colchonetas que nos permitan ponernos cómodos creando un lugar agradable y tranquilo.

Ahora se trata de tener en ese rincón elementos que nos ayuden a retomar el equilibrio como cuentos, mandalas, algún juego o elemento para practicar la respiración, y algún elemento de descarga como un cojín al que poder gritarle o darle una patada si es lo que necesitamos.

Nosotros tenemos un par de cuentos: El monstruo de colores, Respira, Adivina cuánto te quiero, Tranquilos y atentos como una rana (libro de meditación para padres e hijos con el que acompañarles en esta práctica); las cartas Eduyoga con las que, además de utilizarlas para practicar yoga, podemos trabajar la respiración; un reloj de arena para cuando queremos hablar y resolver algún conflicto (así no monopolizamos la conversación); mandalas para pintar; el árbol musical waldorf (personalmente me relaja muchísimo), un trapito de bebé que usamos en las respiraciones y un cojín que sirve como elemento de descarga.

¿Conocías el rincón de la calma? ¿Qué te ha parecido? ¿Te animas a probar de ponerlo en práctica? ¡Estoy deseosa de saber tus impresiones!

Si te ha gustado el post quizás también te interese éste otro que escribí hace un tiempo sobre Cómo nos relajamos en casa.

Ya sabes cómo funciona esto, si comentas o compartes me ayudas un montón y, además, puedes ayudar a alguien haciéndole llegar una información que igual le resulta útil.

Gracias por leerme,

Raquel.

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Raquel Ripoll

Educa-t-nos surgió con la intención de dar respuesta a las necesidades de padres e hijos, educativas o sociales que afectan al bienestar familiar. En Raquel Ripoll doy un paso más. Te lo cuento todo en Sobre mí

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