Esta semana nos toca el primer caso práctico y, puesto que el tema de las rabietas es uno por los que más me preguntáis, he decidido empezar por él. Cuando hablamos de rabietas estamos hablando de los típicos enfados, pataletas, pérdidas de control de los niños con edades comprendidas entre los 18 meses y los 5 años de edad aproximadamente (recordemos que cada niño tiene su propio ritmo).
Bien, pues vamos con el caso. Me llegó un email de una mamá de una niña de 28 meses que me preguntaba cómo podía gestionar las rabietas de su pequeña porque se sentía juzgada y frustrada hiciese lo que hiciese. Si hacía caso a los abuelos y tíos debía ignorar a su hija en esas situaciones y esperar a que se calmase. En caso necesario estaba permitido, incluso era recomendable, utilizar el castigo, el tiempo fuera o un “cachete pedagógico”. Cuando le hacía caso y la acompañaba durante la rabieta la gente le decía que la malcriaba, que era una niña demasiado mimada o que la dejase llorar.
El porqué de las rabietas lo explicaremos en un post aparte para que todos podáis entender mejor que se trata de una fase NORMAL Y NECESARIA para el desarrollo de vuestros niños. Hoy, nos centraremos en cómo podemos manejarlas mejor para que no supongan, ni para nosotros ni para los niños, una fase terrorífica por la que todos queremos pasar de puntillas y lo más rápido posible.
Como padres, madres, educadores, abuelos…es necesario que nos esforcemos por vivir esta etapa como una oportunidad que tienen los niños para aprender a tolerar mejor las frustraciones, desilusiones, reveses, etc. que, inevitablemente, les traerá la vida. Debemos verlo como una oportunidad que nos brinda la vida de enseñar a nuestros hijos habilidades emocionales que les permitirán convertirse en personas con madurez emocional.
Durante la rabieta, es importante vigilar que la expresión de esos sentimientos no se vuelva contra ellos. Debemos protegerlos para que no se hagan daño (ni a ellos, ni a nosotros ni a nadie). Unos niños necesitarán que los abracemos mientras otros necesitarán su espacio. Es esencial saber ser firmes pero dulces al mismo tiempo. Nuestra misión es acompañarlos.

ESTRATEGIAS PARA GESTIONAR LAS RABIETAS

  • Prevenir: al igual que cuando hablamos de salud, una de las cosas que más nos ayudan a gestionar estos momentos complicados es la prevención, anticiparnos a la rabieta. Como adultos que somos, tenemos que hacer lo posible por prevenir la rabieta. Por ejemplo: cuando un niño está muy cansado, tiene sueño o hambre, seguro que acabará teniendo una rabieta (el primer motivo de las rabietas de los niños son las necesidades no satisfechas). Por ello, si vamos a salir y sabemos que romperemos sus rutinas es posible anticiparnos llevando algo de comida o poder ofrecerles un lugar donde descansar.
  • No abuséis del NO: ¿Cómo os sentiríais si a cada cosa que intentáis hacer vuestro jefe/compañero/pareja…os dijera que no lo hicierais? Aquí apelo a vuestra empatía. ¿No os sentiríais frustrados? Intentad cambiar la forma en que ponéis un límite: en lugar de decir “no saltes en el sofá” decid “si quieres saltar puedes hacerlo en el colchón que te he puesto en el suelo”.
  • Confía en ellos: Muchas veces las rabietas se desencadenan porque no respetamos la autonomía de nuestros peques. Haced una reflexión: ¿De verdad es tan grave que intenten ponerse agua solos y se derrame? ¿En serio es de vital importancia que se vistan solos aún a riesgo de ponerse modelitos que no saldrían en Milán, París o Nueva York?
  • Presencia: Soy madre y me consta que no podemos estar todo el día pendientes al 100% de nuestros hijos, pero debemos intentar dedicarles un tiempo diario EN EXCLUSIVA para ellos. Sin distracciones. Sin hermanos. Sin pantallas. Sin tareas de casa…Os animo a proponéroslo firmemente.
  • Vigila TU rabieta: la mayoría de las veces, en estas situaciones afloran sentimientos negativos hacia nuestros hijos que nos llevan a perder la calma y a hacer o decir cosas de las que luego nos arrepentimos.
  • Delega: si ves que no podrás manejar el control, delega en la persona que tengas al lado en el caso de estar acompañado o, si estás solo, antes de que todo explote, apártate y explica a tu hijo que en ese momento estás muy nervioso y que necesitas un tiempo para tranquilizarte.
  • No le pierdas el respeto a tu hijo: Es importante tener presente durante la rabieta que nuestro hijo en ese momento está sufriendo porque ha perdido el control. Procura empatizar con él y evita gritar, ignorar, castigar o cosas como decirles que son malos.

¿QUÉ HACEMOS CUANDO SE HA CALMADO?
Una vez que esa explosión emocional que supone una rabieta haya pasado, es el momento de volver a conectar con nuestro hijo y empezar a utilizar la lógica y la razón, de hacerle ver cuál era la conducta más adecuada en ese momento, cómo puede responder la próxima vez que haya otra situación parecida o porqué no le hemos permitido hacer lo que quería.
También es el momento de ayudar a poner nombre a los sentimientos y validarlos. Es importante recordar que vamos a validar no sólo los sentimientos “positivos” como la alegría o el amor, sino también, y eso es lo más difícil, validaremos los “negativos” como los celos, la rabia o la frustración.
Hasta aquí los consejos para gestionar las rabietas. Y vosotros, ¿qué estrategias utilizáis?
Gracias por leerme y, ya sabéis que si compartís, le dais al “me gusta” o me dejáis vuestros comentarios os estaré muy agradecida.
Un abrazo,
Raquel.

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Raquel Ripoll

Educa-t-nos surgió con la intención de dar respuesta a las necesidades de padres e hijos, educativas o sociales que afectan al bienestar familiar. En Raquel Ripoll doy un paso más. Te lo cuento todo en Sobre mí

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